Medicina de autor

Jordi Delás, Ana Lozano

Resumen


Existe la medicina de autor, pero es más reconocible en el día a día y la primera línea asistencial que en las definiciones,

La hallamos en profesionales de la medicina que toman la responsabilidad de todo el proceso aportando  su propia manera de hacer. Reaccionan frente a otros actores del sistema sanitario que hacen y deshacen en demasía.

Pero esta medicina que se puede intuir en una consulta acogedora con numerosos detalles rescatados al paso del tiempo parece improbable en el contexto del área de urgencias, donde hoy-tampoco-hay- camas es la realidad  y el deprisa, deprisa parece la consigna más próxima a la calidad de la atención.

Se hace difícil, pero, sin embargo, se reconoce medicina de autor en el área de urgencias, en profesionales que aportan su especial manera de actuar, matizando las indicaciones generales, con sus propias impresiones, recogiendo información, más allá del cortar y pegar de los antecedentes de atenciones previas. El trabajo en equipo o la asistencia continuada no impide el contacto directo con pacientes y familiares.

Cuando los pacientes surfean los cambios de guardia o esperan cama sin ser ya objeto de atención o sus problemas son menores o con determinante contenido social, la medicina de autor puede invertir prioridades, dedicar tiempo a cuestiones que no lo merecen, encadenar entradas y salidas las veces que haga falta de un box de urgencias o de la sala de espera de los familiares. 

Es una medicina que cuida los detalles y la puesta en escena, el medio, el entorno. Desde el interrogatorio hasta el tratamiento y recomendaciones a seguir. Se halla centrada en el paciente (6)

Con compromiso que es lo contrario de anonimato. Exponiéndose y haciendo saber donde pueden ser encontrados si algo va mal. Sin excusas. Responsable del producto final, responsable del paciente del que se quiere saber cuándo va bien y cuándo va mal.

Como en la cocina de autor, los sentidos son preponderantes. La vista, miran al paciente o las anotaciones con el síntoma que no cuadra. Escudriñan, incluso más que miran. Oír, hasta entender bien lo que ocurre. El gusto por el trabajo bien hecho, por el buen acabado, por la forma, junto al fondo. El fino olfato para detectar alternativas y el tacto que asegura y reafirma, el tacto que reconforta y hace la relación sencilla y fluida.

No es una medicina extravagante, esnob, ni para minorías. Por el contrario es una medicina a medida de todo paciente y la mayoría de los pacientes desearían tener una medicina personalizada no solo para ellos, sino por parte de quien la ejerce.

No es ni siquiera la medicina de los mejores  (8). Los mejores a menudo  han dejado de visitar pacientes  y, en la medicina de autor, se está siempre en la cocina o detrás de la cámara.

No es recomendable hacer medicina de autor si no se está predispuesto para ello. No es generalizable, ni es  la medicina de todos para todos. Ni siquiera crea escuela, ya que no genera mensajes incontestables. El mismo discípulo puede acabar escogiendo una medicina diferente de la que ha aprendido de su mentor y autor,

No se va a recibir un premio en un festival de cine, ni una estrella Michelin. Pero llegan reconocimientos de compañeros, referencias de excelencia  y el espaldarazo cotidiano de sus pacientes, que saben el nombre y apellido de su médico (9) y se declaran casi, casi, amigos más que atendidos.

No es medicina de la excelencia, si bien a menudo la medicina de autor es una medicina de excelencia. Un  interesante estudio cualitativo a partir de entrevistas a  hospitalistas, vincula la excelencia clínica en comunicarse de manera efectiva, apreciar las asociaciones y la colaboración, comprometerse con el crecimiento y el desarrollo continuos y ser profesional y humanista  (10). Los pacientes ponen más énfasis en las habilidades en la comunicación (11)

Pero, en estas loables características faltan rasgos definitorios de la medicina de autor como la involucración, seguimiento de todos los detalles o sentirse responsable principal de sus pacientes.

Tampoco es medicina personalizada (12). Se aproximaría,  si la personalización se refiriera al médico y no tanto al paciente. Al médico que se ofrece como parte de la terapéutica (13), haciendo buena la frase de que hay que salir de la consulta del médico, mejor que como se entra. 

No se trata exclusivamente de medicina basada en pruebas, en la evidencia (14). Porque sin permitirse extravagancias que no van con el paciente medio y desconocido, el médico autor, contrasta los datos con su propia experiencia. Revisa y cuestiona la información y a menudo la modula (15).

Otro aspecto es considerar si la medicina de autor, -en la que el médico se responsabiliza de su atención, cuida los detalles, asume la responsabilidad por encima del equipo, revisa cómo se entrega la información oral o escrita, cuida los enlaces con los otros especialistas y supervisa el trayecto administrativo o burocrático- tiene los días contados. 

No queremos loarla, ni recomendar su generalización. Simplemente destacar, que la medicina de autor existir, existe,  también  en urgencias 


Palabras Clave


Urgencias, responsabilidad, paciente, médico